miércoles, 25 de noviembre de 2009

Marco teórico

VIOLENCIA

Violencia es la presión psíquica o abuso de la fuerza ejercida contra una personaron el propositote obtener fines contra la voluntad de la victima.
La violencia contempla los actos que se ejercen para imponer u obtener algo por la fuerza. Se trata de acciones deliberadas que pueden causar daños físicos psíquicos a la otra persona. En otras palabras, la violencia también es aquello que esta fuera de su estado natural.

TU VIOLENCIA + MI VIOLENCIA= NUESTRA VIOLENCIA

La violencia está destruyendo nuestra sociedad. Basta con mirar los diarios para darnos cuenta que nos encontramos en un camino aparentemente sin retorno. Ya no podemos culpar más a las diferencias sociales o culturales. Ha dejado de ser "el" problema para transformarse en "nuestro" problema.
La violencia golpea a cada instante las puertas de nuestros vecinos, de nuestros amigos y las puertas de nuestro hogar. Hay ocasiones en que nosotros mismos la invitamos. A veces inconcientemente... a veces no.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Debemos reconocer que uno de los tantísimos factores que han permitido que el índice de violencia se haya incrementado de esta forma, nos compete a cada uno de nosotros: LA INDIFERENCIA.
Indiferencia ante un gesto amenazante, una mirada despectiva, una respuesta en un tono más elevado de lo necesario; tanto de nuestro semejante, como de nosotros.
Sí. Nosotros. Porque la violencia, antes de manifestarse, se gesta en una mente, en un corazón: que muchas veces puede también ser el nuestro.

¿COMO SE MANIFIESTA?

De dos formas: ACCIÓN o REACCIÓN.
ACCIÓN: cuando la persona (o uno mismo) la genera con: una mirada, una palabra, un insulto, un grito, un golpe..., etc.
REACCIÓN: cuando la persona (o uno mismo) responde a esa acción con: una mirada, una palabra, un insulto, un grito, un golpe..., etc.

¿SE ENTIENDE? Estamos hablando de la misma violencia pero en dos circunstancias distintas.

NINGUNA DE LAS DOS ES JUSTIFICADA.

TIPOS DE VIOLENCIA

  • Violencia directa: Llamamos violencia directa a la violencia física, aquella que tiene por objetivo destruir, neutralizar (herir o matar). Está referido a agresiones físicas (y otras formas). Se puede generar por muchos factores (múltiples formas de discriminación, intolerancia, competencia, territorialidad, nacionalismos, adicciones, etc.).
  • Violencia estructural: Consiste en agredir a una agrupación colectiva desde la misma estructura política o económica. Así, se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema causa hambre, miseria, enfermedad o incluso la muerte a la población. Serían ejemplos aquellos sistemas cuyos estados o países que no aportan las necesidades básicas a su población. Si nos remitimos a la definición de violencia como la aplicación de métodos fuera de lo natural a personas o cosas para vencer su resistencia, hablaremos de un abuso de autoridad en el que alguien cree tener poder sobre otro. Generalmente se da en las relaciones asimétricas, el hombre sobre la mujer o el padre sobre el hijo, para ejercer el control. Si bien la más visible es la violencia física, manifestada a través de golpes, que suelen dejar marcas en el cuerpo (hematomas y traumatismos).
  • Violencia cultural: Se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una legitimidad a la utilización de los instrumentos de la violencia que hemos nombrado anteriormente. Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe o en defensa de la religión. Dos casos de violencia cultural pueden ser el de una religión que justifique la realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia.

Se puede añadir más categorías para las formas de violencia y tales podrían ser:

  • Violencia emocional: Puede ser más hostil que la primera. Es plasmada a través de desvalorizaciones, amenazas y críticas que funcionan como mandato cultural en algunas familias o grupos sociales y políticos.
  • Violencia juvenil: Se refiere a los actos físicamente destructivos (vandalismo) que realizan los jóvenes y que afectan a otros jóvenes (precisemos, aquí, que los rangos de edad para definir la juventud son diferentes en cada país y legislación). En todos los países, los principales actores de este tipo de violencia son los hombres, y la educación social es tal que el joven violento lo es desde la infancia o temprana adolescencia. Sin embargo, la interacción con los padres y la formación de grupos, parches, galladas o pandillas aumenta el riesgo de que los adolescentes se involucren en actividades delictivas, violentas y no violentas (acción directa).

Como vemos, la violencia directa es clara y visible, por lo que resulta relativamente sencillo detectarla y combatirla. Las violencias cultural y la estructural, en cambio, son menos visibles, por lo que suponen más problemas a la hora de reconocerlas propiamente, como su origen y combatirlas. la violencia paternal:

  • Violencia de Género: Actos donde se discrimina, ignora y somete a la pareja o cónyuge.

Se cuestiona la utilización del argumento de las diferencias biológicas para justificar una serie de desigualdades en términos de derechos, privilegios y actividades entre hombres y mujeres, como si fueran parte de la naturaleza humana, cuando en realidad son construcciones sociales y culturales. La violencia de género se puede manifestar de forma similar para ambos sexos sin embargo, la opresión que experimentan las mujeres existe y se reproduce en la cultura y la sociedad dominante.
Hay muchos tipos de violencia, de los cuales podemos mencionar la violencia física, violencia verbal, violencia sexual, violencia psicológica, violencia patrimonial, etc. A continuación explicaremos algunas de ellas.

VIOLENCIA FISICA

Se entiende así, a toda acción u omisión que arriesga la integridad corporal de una persona.

VIOLENCIA PSICOLOGICA

Es toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, decisiones y creencias de otras personas por medio de la intimidación, manipulación, amenaza directa o indirecta, humillación, aislamiento, o cualquier otra conducta que implique un prejuicio en la salud psicológica, emocional, la autodeterminación o el desarrollo personal.

VIOLENCIA SEXUAL

Es toda acción que obliga a una persona a contacto sexualizado, físico o verbal, o a participar en otras interacciones con otra persona que despliega la acción o con un tercero, mediante el uso de la fuerza, chantaje, soborno, manipulación, o cualquier otra conducta que anule o limite la condición personal.
Además de todos estos tipos de violencias existen los ámbitos en los cuales se generan estos tipos de violencia, como por ejemplo la casa (violencia domestica, violencia familiar, etc.) en la calle (violencia de genero, el trabajo, en muchos ámbitos o lugares mas, pero nosotros queremos centrarnos en una en particular que se denomina “VIOLENCIA ESCOLAR”.

VIOLENCIA ESCOLAR

Se entiende por violencia escolar la acción u omisión intencionadamente dañina ejercida entre miembros de la comunidad educativa (alumnos, profesores, padres, personal subalterno) y que se produce bien dentro de los espacios físicos que le son propios a esta (instalaciones escolares), bien en otros espacios directamente relacionados con lo escolar (alrededores de la escuela o lugares donde se desarrollan actividades extraescolares).
Mucho se habla en estos tiempos de la violencia escolar. Ante todo pienso que deberíamos empezar por ser más precisos y decir violencia en la escuela, ya que los hechos violentos que vemos en algunas aulas no son ni más ni menos que el reflejo de la misma violencia que vemos a diario en buena parte de la sociedad.
Los profesionales que están vinculados a los ámbitos educativos, los docentes de escuelas primarias y secundarias, el personal de maestranza, concluyen muchas veces en la siguiente afirmación: "Se ha perdido el respeto por la autoridad" u "Hoy no le podés decir nada a un chico porque enseguida tenés a los padres cuestionándote y amenazándote con que van a ir a la televisión". Es frecuente hoy en día escuchar frases como las mencionadas o leer noticias periodísticas al respecto, mostrando y demonizando a los adolescentes.
Los docentes traen su queja en cuanto a que los alumnos no respetan los límites, se levantan del banco constantemente, no muestran interés por aprender, cuestionan y responden con violencia cuando se les llama la atención, se tratan con extrema violencia entre ellos.
Esto nos hace pensar en la caída del dispositivo pedagógico moderno y las diferentes maneras de habitarlo. Se trata de la destitución simbólica de la escuela, que hace alusión a que la ficción por esta construida, mediante la cual eran interpelados los sujetos, dejó de tener poder preformativo, entendiendo por esto la pérdida de la capacidad de producir efectos prácticos por parte de un enunciado. La eficacia simbólica de un discurso se mide en su potencia de producción de subjetividad, es decir en su capacidad de construir a un sujeto alrededor de un conjunto de normas y valores que son los que rigen la vida social. Silvia Duschatzky y Cristina Corea, en su libro "Chicos en banda", sostienen que se percibe una pérdida de credibilidad en la escuela como fundante de subjetividad.

¿Asistimos a una debacle general o debemos pensar en no responder con viejas consignas a una problemática particular, propia de nuestro tiempo?

La destitución no es un derrumbe sino el escenario complejo y extremadamente duro en el que se despliegan operaciones de invención para vivirla. La desubjetivación hace referencia a una posición de impotencia, a la percepción de no poder hacer nada diferente con lo que se presenta. Desde aquí los alumnos son descriptos mediante atributos de imposibilidad, como por ejemplo: no respetan, tienen mal comportamiento, no están cuidados, etcétera.
Hace poco una directora me contaba asombrada cómo un alumno de once años le arrojo un pupitre a un compañero que lo ponía en evidencia por una transgresión y cómo luego la docente fue golpeada por el mismo alumno cuando ésta lo tomó del brazo para llamarle la atención.
Detengámonos en dos aspectos de esta situación: la violencia frente al quedar en evidencia, que podría llevar a responsabilizarse por su acto, y el cuerpo puesto en juego en todo momento, con el compañero o con la docente.
Lo que caracteriza esta época, como un actor caracteriza tal personaje, es un hedonismo a ultranza, un goce sin límites, donde se pregona el éxito sin demasiados rodeos ni postulaciones. Lo pulsional se abre paso sin el encuentro con el principio de realidad, aquel que, como decía Freud, trae grandes logros para la cultura pues introduce un tiempo de espera.
En la actualidad en cambio, el cuerpo pasa al centro de la escena, cuerpos que deben ser jóvenes, bellos, para borrar las marcas del paso del tiempo. Nos topamos con la adolescentización de los padres.
Hay padres que han decidido abandonar el lugar fundamental de la confrontación, como dice D. Winnicot cuando sostiene que los padres durante la adolescencia de los hijos deben creer más que nunca en sus propios ideales y no abdicar sino confrontar con sus hijos.
Desde aquí, se suelen patologizar conductas de los jóvenes, que en realidad son propias de un proceso saludable, pues en el camino del crecimiento ellos deben experienciar y poder equivocarse, pero si del lado de los padres encontramos posiciones muy represivas y rígidas se agrava la oposición entre estos y los hijos, dando muchas veces paso a actuaciones peligrosas, incluso suicidas.
Están también aquellos padres que se ponen a la par de los hijos, van a bailar con ellos o están fanatizados en los gimnasios para reproducir de la manera más fiel el sueño de la eterna juventud, plasmado en el cuerpo. A. Cordié sostiene que muchos adultos se identifican con los adolescentes, copian sus formas de vestirse y de hablar, al tiempo que les dicen a éstos que se pongan el traje de la madurez. Nada es más desestabilizador para un adolescente que esta actitud de renegar de la condición de padres. Algunos autores (Miller) llaman a esta época "La era de la caída del padre".
Aclaremos que hablamos de función; en tanto tal, entendemos lo que pone límite al goce incestuoso y propicia la apertura exogámica, introduciendo al sujeto en el placer desiderativo. Opera la castración notificando al hijo la condición legal de la existencia, la imposibilidad de serlo todo. Los efectos de esta función fallida dan como resultado una pobre capacidad de simbolización y la permanente actuación (acting out), entendiendo por esto la puesta en escena de aquella conflictiva que no logra ser mediatizada por la palabra (simbolización).
Cada vez son más los chicos que no pueden permanecer sentados: son los diagnosticados como hiperactivos o con déficit atencionales. Se trata de niños que no pueden renunciar al goce del cuerpo a cuerpo, de las peleas, de la agresión física; desde aquí, se dice que los chicos no toleran las reglas.
Eric Laurent, un psicoanalista francés, dice al respecto: "Al poner la educación universal y decir que todos los niños tienen iguales derechos, al meterlos a todos en el mismo dispositivo, hay patologías que no entran en este dispositivo escolar, que no estaban antes.

  • "Por otro lado, con la precarización del mundo del trabajo, cada vez más niños son abandonados por la presión que hay. Antes tenían madres para ocuparse de ellos. Ahora se ocupa el televisor. La tevé es como una medicación, es como dar un hipnótico, hace dormir... Es una medicación que utilizan tanto los niños como los adultos para quedarse tranquilos delante de las tonterías de la pantalla. La escuela es precisamente la que articula esta función del padre entre prohibición y autorización. Los maestros aparecen como representantes de los ideales y esto agudiza la oposición entre niño y dispositivo escolar, transformando las patologías, imbricación de lo biológico y lo cultural".
Lo que se pregona es la idea de que nada vale como discurso y, cuando esto pasa, lo que hay es violencia, atacar al otro.
En respuesta a esto se ofrecen soluciones del tipo "tolerancia cero" o bajar las edades de imputabilidad, en fin, más prohibición. Los psicoanalistas sabemos que cuanto mayor sea la prohibición, mayor el empuje al goce; son las dos caras del súper yo. Si la ley se presenta sólo prohibiendo, empuja a la destrucción del otro que viene a prohibir. Dice Laurent: "...hay que autorizar a los sujetos a respetarse a sí mismos, no sólo a pensarse como los que tienen que padecer la interdicción sino que puedan reconocerse en la civilización. Esto implica no abandonarlos, hablarles más allá de la prohibición, hablar a estos jóvenes que tienen estas dificultades para que puedan soportar una ley que prohíbe pero que autoriza también otras cosas".

El psicoanalista argentino J. Milmaniene sostiene que: "La transgresión es un llamado al reconocimiento amoroso del padre, cuya indiferencia arroja al sujeto al campo riesgoso del goce sin freno. Por eso los límites bien puestos reivindican al hombre en su condición deseante. El sujeto deseante es producto del eficaz ejercicio paterno de la ley, sin el cual el niño naufragaría en cualquiera de los modos de desubjetivación".

Dice J. Lacan en el seminario 21: "¿Cuál es la condición para que el padre posibilite la castración? El amor al padre. ¿Por qué? Porque si no hay amor al padre no se sostiene la represión".

¿Qué podemos proponer?

En primer término no patologizar conductas que pueden ser propias de la adolescencia. Favorecer en ellos el aprecio por sí mismos, que tengan un lugar y que no sea de desperdicio, puesto que la economía globalizada, que tiende a borrar singularidades, vende un discurso en el que el éxito (medido en términos de acumulación económica) estaría asegurado por un diploma y por trabajar bien, pero no todos van a tener acceso a eso. Por lo tanto hay que producir un discurso que los incluya, donde la autoridad y los límites sean algo a construir junto con ellos, sin caer en una relación recíproca con los jóvenes pero sí circular, creando nuevas condiciones de recepción de lo que acontece, nuevos modos potentes de nombrar, pues en estos tiempos de exclusión (solapada) algo se hace oír a través de la violencia.

Leamos la opinión de una especialista en este tema la Lic. Natalia Gil de Fainschtein Directora General de Excellere Consultora Educativa que dice:

La escuela no escapa a lo que sucede en los actos políticos que terminan en desmanes, en algunas canchas de fútbol, en algunos programas de TV, en algunos sectores del gobierno y hasta en algunas familias.
Me he permitido abusar de la palabra “algunos” porque mientras que unos alumnos salen en You Tube agrediendo a sus docentes y molestando a sus compañeros sin aprovechar la clase, otros son noticia por organizar actividades solidarias, por fabricar un calefón solar, o por trabajar todo el año para apadrinar a una escuela de frontera.

¿Qué diferencia entre sí a estos grupos de alumnos? No olvidemos que estos jóvenes solidarios son parte de la misma generación que los que están saliendo en los medios por hechos de violencia. ¿Qué cambia entonces?

Creo que es fundamental la mirada que se pone en ellos, la confianza que se les transmite acerca de que un mundo mejor es posible y de que ellos pueden hacer algo para lograrlo.

¿Los alumnos que son violentos están interesados por el aprendizaje? ¿Están motivados para adquirir nuevas capacidades y ponerlas en práctica en un proyecto significativo?

Los docentes podemos hacer mucho, pero lamentablemente no hay recetas infalibles ya que cada escuela y cada aula es un mundo y las estrategias requieren de un diagnóstico preciso. Es por ello que, más que propuestas, me permito hacer unas reflexiones en torno a este gran problema.
Considero que debe hacerse un replanteo en torno a la función de la escuela en el contexto actual y proponerse alternativas viables que incluyan a todos sus miembros - alumnos, autoridades, docentes, personal administrativo, donde la escuela debe recuperar su misión de formar ciudadanos capaces de mejorar la calidad de vida y de colaborar en la construcción de una sociedad justa, fraterna, democrática y participativa; es decir, enseñar valores.
Es importante insistir en la enseñanza de valores, en todos los sentidos. Los educadores debemos asumir nuestra responsabilidad en ello y trabajar con perseverancia en su consecución.

La violencia escolar desde el ámbito institucional - (Lic. Marcelo E. Albornoz):

Hablar de violencia escolar implica no desconocer ni soslayar la compleja situación social de la que la Institución Educativa es parte, por lo tanto en ella se reproducen todas las problemáticas que padece la comunidad. Así llegan situaciones sociales que en algunas circunstancias la superan y todo lo que coadyuve a esclarecer este tema es de suma importancia para nuestra tarea cotidiana.
Realizada esta pequeña introducción se hace indispensable abordar el tópico desde distintas dimensiones.

1- Dimensión Constitucional, de acuerdo al ordenamiento jurídico es insoslayable referirse a la Convención sobre los Derechos de los Niños, ésta fue incorporada a nuestra carta magna en la última reforma del año 1994, otorgándosele de esa forma rango constitucional. Lo que implica que toda norma jurídica que no se adecue a ella puede cuestionarse.
Por la importancia que reviste la norma se enunciara en líneas generales los principales aspectos que tienen incumbencia directa con lo educativo.

1.1- Se deberá asegurar que las Instituciones encargadas del cuidado del niño, cumplan con todas las normas de seguridad. Es dable aclarar, que para ésta, niño es toda persona menor de 18 años, lo que involucra a las Instituciones Educativas desde el nivel Inicial hasta el Secundario inclusive.

1.2- Se deberá garantizar al niño, el derecho de manifestar sus opiniones en todo tipo de proceso, judicial o administrativo en que esté involucrado, debemos inferir entre otras cosas sanciones disciplinarias y/o intervenciones del Consejo de Convivencia.

1.3- Se deberá tomar medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas, para proteger al niño contra todo tipo de perjuicio, abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, tutores, curadores o cualquier otra persona que lo tenga a su cargo, entiéndase en esto último la escuela.

1.4- Se deberá proporcionar asistencia con carácter preventivo para identificar; notificar y remitir a institución pertinente toda situación que evidencie malos tratos, y según corresponda, intervención judicial. Cabe interrogarse sobre lo siguiente, si la Educación en un servicio público de gestión oficial y/o privada, y nosotros de alguna manera funcionarios, ¿no deberíamos dar intervención jurisdiccional para evitar omisiones negligentes?

1.5- Las medidas disciplinarias que se dispongan no podrán ser incompatibles con la dignidad del menor. Su educación deberá estar encaminada a desarrollar integralmente su personalidad, inculcándosele el respeto por los DDHH, sus padres, su identidad cultural y los valores nacionales del país donde vive y del cual es originario.

2- Dimensión Civil: El Código Civil en su Titulo VIII "De los Actos Ilícitos", plantea el tema del daño sus efectos y la responsabilidad civil. En líneas generales sostiene la responsabilidad de las Instituciones Educativas, sus directivos y docentes respecto de los niños que están bajo su guarda y cuidado, a saber:

2.1-Ningún acto voluntario tendrá carácter de ilícito, si no fuere expresamente prohibido por leyes y o reglamentos.

2.2-Considera daño, al perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, debiéndosele resarcir económica y moralmente.

2.3- La obligación del que ha causado un daño se extiende a los que causaren los que están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirviere, o tiene a su cuidado. Entiéndase que la responsabilidad tiene una gradación de mayor a menor, Institución educativa, directivos, docentes auxiliares, y así hasta el último de sus dependientes. Como así también de las cosas animadas como inanimadas, animales y herramientas por ejemplo.

2.4-Los padres son responsables de los daños causados por sus hijos menores, la misma, cesa cuando los coloca en un establecimiento de cualquier clase, trasladándose la responsabilidad a quien desde entonces los tiene bajo su custodia, guarda y vigilancia. Lo prescripto para padres, rige también para tutores, curadores y Establecimientos Educativos, tanto de gestión estatal como privada. En síntesis, la responsabilidad civil por eventuales daños, recae sobre el Establecimiento, si es de gestión publica deberá responder el Estado, si es de gestión privada, la entidad propietaria, graduándose la responsabilidad de mayor a menor según la implicancia. En cuanto a la responsabilidad penal recae sobre el autor directo o indirecto, tanto por acción como por omisión, supongamos que un alumno se lesiona al manipular un instrumento del laboratorio, la responsabilidad civil será para el establecimiento, pero la penal para el docente a cargo, sea este producto de la impericia, la negligencia o la imprudencia

3-.Dimensión Reglamentaria , en este sentido no hay una uniformidad de criterios , mientras que en las escuelas de gestión publica el tema esta normado , en las de gestión privada cada Institución trata la problemática de diferente manera.

3.1-El reglamento general de establecimientos de enseñanza Secundaria Normal y Especial sostiene lo siguiente. Las autoridades deben llevar un legajo de cada uno de los alumnos con todos los documentos y actuaciones relativas a ellos.

3.2- Los docentes enseñaran de acuerdo a la currícula, coadyuvando al mantenimiento del orden y la disciplina. Asimismo no abandonaran sus clases antes de la finalización del horario previsto, los preceptores deberán prevenir cualquier acto de indisciplina, generando en los niños buenos hábitos.

3.3- Algunas Instituciones educativas de gestión privada cuentan con gabinetes psicopedagógicos y Consejos de Convivencia, dirimiéndose en estos ámbitos cualquier hecho de violencia o malos tratos. Si el mismo se produce en la escuela intervienen estos, si proviene del exterior, el tratamiento es dispar, siguiéndose una secuencia similar a la siguiente. Detección del daño o violencia por el preceptor; tutor, directivo, etc., se procede a mantener una entrevista personal con el alumno, a posteriori con sus padres y si lo amerita se deriva al Gabinete, éste evaluara un seguimiento personal o requerirá una ínter consulta. Si aún así el problema persiste se evalúa su derivación a Sanidad y /o a la Policía para que proceda a la protección del menor. De las actuaciones se labran actas y se elevan a la supervisión de DGEGP.

3.4- En cuanto a las escuelas de gestión publica, el proceder es mas uniforme, ya que la ley 224 de Convivencia Escolar, los obliga a Implementar ese sistema. Asimismo cuentan en su mayoría con distintos tipos de gabinetes interdisciplinarios, o por lo menos con una en su jurisdicción. La secuencia de detección del daño o violencia es similar, pero al estar mas claro su condición de funcionario y agente público, debe dar intervención al SAME o a la Defensoría del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes dependiente del GCBA. Si la violencia es en el establecimiento, intervienen los organismos ya enunciados, si en el daño o violencia participa un dependiente, se procederá a iniciar un sumario y agotar todas las instancias procedímentales administrativas.
Como se sostenía en el comienzo, el tema es tan complejo que merece un tratamiento especial por la comunidad educativa, y todo esfuerzo que se realice en ese sentido es menor ante los reiterados casos de violencia familiar y escolar que llegan a nuestras escuelas, pero como mínimo los distintos actores deben conocer el alcance de estas normativas y preparar actividades en donde el respeto por los DDHH, la tolerancia y la diversidad se conviertan en un tratamiento transversal y cotidiano.


La escuela y su clima de violencia

La violencia se ha convertido en justificada materia de preocupación. Con diversidad de manifestaciones, a través de episodios penosos y a menudo trágicos, irrumpen en el conocimiento público hechos que tienen lugar en una institución básica para la formación del ciudadano como es la Escuela.
Toda conducta violenta (lo manifiesto) es un síntoma que expresa un conflicto (lo latente); en esta sentido frente a un mismo estímulo no vamos a obtener siempre las mismas respuestas. Que los alumnos insulten, golpeen a compañeros, falten el respeto al personal escolar, amenacen, rompan elementos que provee la asociación cooperadora, y que los padres, muchas veces, realicen estas mismas acciones, son hechos comunes que nos dan noción de actos violentos que ocurren en las escuelas, por causa de la crisis social que debemos afrontar. Los seres humanos no son violentos o pacíficos "por naturaleza", sino por las prácticas y los discursos desde los que nos formamos y conformamos como sujetos. Todo hecho violento es la manifestación de una sociedad en crisis. Si hubiera justicia social, no habría violencia. La violencia no es algo innato ni heredado, sino construido socialmente. La violencia se aprende. Las personas aprenden de niños a relacionarse viendo cómo se relacionan los adultos. Los niños aprenden a resolver conflictos observando cómo los mayores lo resuelven. Debemos encontrar maneras de emplear a más adultos con quien los niños se puedan identificar en una manera constante. Esto tal vez no parece ser mucho, pero a largo plazo, podría tener más impacto.

La Violencia en las Escuelas

La violencia en el ámbito escolar puede ser considerada "una manifestación más del proceso de deterioro de las instituciones", causada por "las políticas que derivaron en la pérdida de lazo social y exclusión".
A veces, esos comportamientos se desencadenan en lo que debiera ser una fiesta de graduación; en otras ocasiones, aparecen como parte de una desdichada rutina o del deterioro del trabajo en el aula o surgen como actos vandálicos perpetrados por quienes gozan, absurdamente, con la destrucción de las instalaciones o del instrumental que se usa para la enseñanza.
La escuela no puede aislarse del clima en el que está envuelto hoy un amplio sector de la población, asediado por la desocupación, la inseguridad, la pobreza y la indigencia, entre otros males, como también por graves razones económicas y sociales. Este en un fenómeno complejo y de múltiple causalidad, donde se advierte el interjuego de tres instancias: La social o violencia contra la escuela, la familiar en la escuela y la institucional o violencia en la escuela.
El proceso de deterioro acentuó las diferencias entre aquellas escuelas bien dotadas en recursos humanos y materiales, y aquellas otras que padecen gravísimas carencias. Sabido es que las desigualdades desembocan casi siempre en conflictos irreversibles vinculados con la inclusión y la exclusión social, un modo severo de discriminación. Planes de refuerzo a las escuelas de menores recursos y una gradual promoción de formas de enseñanza más exigentes, son un buen punto de partida para empezar a corregir desigualdades, discriminaciones y deficiencias que conspiran contra todo intento de reinstalar al país en la senda del progreso.
La violencia en las escuelas no sólo se da entre pares; ante la gran demanda por parte de los docentes por la gran problemática de maltrato escolar o violencia entre alumnos, de docentes con alumnos, de docentes con directivos, cada problemática debe ser analizada de manera especial. Faltan herramientas y espacios de contención y reflexión para los docentes, que se ven obligados a hacer frente a demandas que exceden por mucho sus funciones específicas. La respuesta por parte del gobierno a veces no alcanza. Los Equipos de Orientación Escolar no llegan a cubrir la demanda y trabajan en una situación precaria. Delimitar la violencia al ámbito escolar significa ubicarla como la responsable exclusiva y negar que se trata de un fenómeno que la excede y la atraviesa.
La psicoanalista e investigadora de la Universidad de Buenos Aires Gloria Autino coincidió con esta perspectiva: "La escuela es un elemento más. No es el lugar donde se genera la violencia. Es una institución atravesada por las características de una sociedad que eligió la violencia como modo de calificación de sus habitantes. Pero no es la escuela en sí misma, sino el propio Estado el que es arrasado por esta violencia, que además no aporta los recursos necesarios para trabajar desde la educación en función de enfrentar esta problemática".
La violencia escolar es la que genera el sistema educativo por si mismo y existe desde que se crearon. De la violencia escolar se tienen que encargar el Estado, los gobiernos, los políticos, con decisiones políticas.
A lo largo de las últimas décadas, América Latina está siendo identificada como un ejemplo de estos fenómenos de desigualdad y exclusión social que existe en el mundo. Los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, constituyen la franja de población que está más expuesta a la violencia, ya sea como víctimas, ya sea como agentes. Si bien la mayor cantidad de estos hechos se concentra en las zonas más pobres de la ciudad, las agresiones físicas están presentes en todos los estratos sociales, y hasta las escuelas en las zonas adineradas, están experimentando la violencia. Sin embargo, los problemas de las escuelas urbanas son particularmente severos y se complican a causa de su conexión a la pobreza, el crimen y la desesperación en el ambiente urbano. Esta brecha se intensifica aún más con las diferencias de raza y clase social. Las escuelas urbanas no solamente tienen que proveer un programa académico, sino también encontrar los recursos para proveer el apoyo social y psicológico para los estudiantes y sus familias.
La violencia escolar ha aumentado los casos de niños y adolescentes con problemas psiquiátricos y la gravedad de sus patologías, según destacó la profesora de Psiquiatría de la Universidad de Sevilla Rafaela Caballero.
Aunque la violencia infantil y juvenil ha existido siempre, ahora se produce 'más que antes' y con mayor agresividad, lo que repercute en un aumento de las patologías psiquiátricas adolescentes.
Destacaron que el aumento de los casos de depresión o de ansiedad entre niños y jóvenes obedece a varias causas, aunque destacaron, entre ellas, el aumento del consumo de alcohol y de otras drogas, y la adicción a edades cada vez más tempranas. Respecto al alcoholismo y la drogadicción, tres psiquiatras coincidieron en que afectan cada vez a más adolescentes y a edades más tempranas, y advirtieron de que, en muchos casos, pueden ocultar problemas de depresión u otras patologías psiquiátricas. Un consumo idéntico de alcohol en diferentes jóvenes, crea adicción en unos y no en otros, en función de sus 'rasgos de personalidad'. Caballero advirtió de que los trastornos psiquiátricos no sólo afectan a niños y jóvenes agresores con un comportamiento psicopatológico agresivo, sino cada vez más a los agredidos, que desarrollan cuadros psiquiátricos de depresión y estrés.

"Aulas Peligrosas" en Argentina Reflejo de la Inseguridad

Según datos oficiales, el último cuatrimestre de 2005 cerró con más de 14 mil denuncias por agresiones físicas en escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Chicos retraídos, potencialmente agresivos, son observados con especial atención en un fenómeno que crece. La Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires recibió 170 denuncias (ver recuadro) entre 2000 y 2005 provenientes de colegios de Capital Federal y que comprenden, agresiones físicas, verbales y psicológicas.
En Argentina ha habido en los últimos años un fuerte crecimiento de la violencia y la escuela no podía quedar al margen de esto, explica la psicóloga trasandina Elizabeth González Montaner.
Una desocupación del 14,8%, una pobreza creciente, el avance de las drogas, la falta de redes de contención social y la sensación de impunidad han contribuido al aumento del delito, el desmembramiento de las familias y la proliferación de patologías como la depresión y la ansiedad.
Un joven de 15 años dispara a quemarropa contra sus compañeros en el aula. Una niña de nueve años ataca con un cuchillo a otro pequeño. Una estudiante hiere a otra con una hoja de afeitar. Un quinceañero agrede a otro con una navaja. Estos hechos, ocurridos en los últimos años, constituyen el cruel y preocupante testimonio de que la violencia parece haberse instalado en el único lugar que quedaba a salvo en Argentina: La Escuela.
En nuestro país, niños y adolescentes son desde hace tiempo objeto de una transculturalización que los lleva a escenarios agresivos, donde resulta altamente dificultosa la contención. Existe una peligrosa tendencia en las autoridades de todos los niveles para reconocer a la violencia como enfermedad social, y ello dificulta la posibilidad de tratar de atenuar o eliminar sus causas, cuando sólo nos posicionamos ante sus consecuencias como meros espectadores, sin una visión etiológica del problema. La suma de factores que van desde el quiebre de la estructura familiar hasta la proyección de disvalores aceptados socialmente como parámetros de una cultura efectista, engendra situaciones de crisis como la que atraviesa actualmente la institución educativa.
La diversidad de los nuevos modelos de familia (madres solas, adolescentes, homosexuales, casos en los que no aparece el padre biológico, sino la pareja de la madre y conviven en la escuela hermanos de diferentes padres, hermanos que se hacen cargo de todo, familias ensambladas) se instaló en la sociedad y los frutos de este amor (o desamor) repercuten en las escuelas. Esos modelos empiezan a tener incidencia social y los efectos se manifiestan en las aulas.
Ningún adolescente confía en que la escuela media le permitirá movilidad social o éxito económico. Los chicos no son violentos, llegan violentos, están violentos, porque posiblemente las familias y la escuela no pueden darles mejores respuestas. Se sienten desamparados, sienten que los adultos no les dan garantía de absolutamente nada en una época en la que ellos necesitan que alguien les ofrezca alguna certeza. Descalifican, por tanto, la palabra de los adultos, están absolutamente angustiados por esta falta de proyectos y de referentes. Tiene que haber una motivación muy fuerte en el grupo familiar y un proyecto escolar muy consolidado para generar entusiasmo.
Pero la pregunta es ¿Los modelos de la familia de la postmodernidad son responsables en alguna medida del fenómeno? Las nuevas conformaciones generan nuevos sujetos, nuevos roles, nuevos valores y ordenamientos sociales. Y por sobre todas las cosas, lo que genera culturalmente es la degradación del modelo tradicional de familia. Pero hay que entender que la violencia no viene de estas nuevas conformaciones familiares. Lo que genera violencia es la dificultad para comprender estos cambios e incorporarlos a las escuelas. Como las demandas son diferentes, el sistema educativo no está preparado. Y el impacto de los nuevos modelos sobre los viejos es lo que genera segregación, estigmatización y violencia.
La indispensable alianza entre familia y escuela se ha resentido. El respeto por las formas legítimas de la autoridad y la disciplina, que antes se inculcaba en los hogares y se complementaba en la escuela, ahora es un valor olvidado. Los jóvenes violentos ven a las escuelas como algo innecesario e inútil y no tienen respeto por estas o por los adultos que trabajan allí. La escuela necesita recuperar apoyos para reafirmarse. Hoy oscila entre cumplir con su misión de proveer formación y conocimientos en un nivel de excelencia o limitarse a proveer contención afectiva y alimento a los alumnos, a evitar que estén en la calle y a tratar de dar orientaciones que los ayuden a no perderse en la confusión.
Lo que hace falta es trabajar con los adultos el eje de responsabilidad. Hay una omisión o abandono de su rol como formadores de legalidades y mecanismos de autorregulación con respecto a otros.
En otro orden, muchas de las cosas que la escuela enseña quedan desvirtuadas por la influencia tantas veces nociva de los medios masivos de comunicación y de la televisión en particular, que exaltan valores negativos, como la superficialidad y el hedonismo, además de mostrar en no pocas ocasiones a la violencia como algo natural, ya que, como la población asiste a reiterados episodios de violencia que se toleran ilimitadamente, concluyen por ser vistos como auténticos hábitos sociales. Sin embargo, se sienten paralizados y, en algunos casos, actúan en defensa propia. Las motivaciones para entrar armas a las escuelas son diversas. Según las opiniones de diferentes jóvenes entrevistados, la mayoría admitió que las llevó para "protegerse" o para "defensa", otros tantos lo hicieron "para joder" y un tercer grupo lo hizo porque sabía que "iba a haber una pelea".

Prevención de la violencia en las escuelas

Investigadores han identificado varias causas principales para el aumento del comportamiento violento, causas tan entrelazadas que intentar enfocarse en una, mientras se pasa por alto la otra, crea el riesgo de fracaso total. La pobreza, el racismo, el desempleo, el abuso de drogas, el fácil acceso a las armas, las practicas de los padres que son abusivas o inadecuadas y la frecuente exposición a la violencia a través de los medios de comunicación son todos elementos responsables de esta situación.
Las tácticas para tratar con esta creciente violencia de la juventud han sido la remoción del ofensor mediante su suspensión o relegación fuera de la sala principal de clases. Sin embargo, ha sido probada inadecuada para prevenir que los niños desarrollen carreras criminales.

3 comentarios:

  1. Esta entrada quedó muy bien en su formato, de 10 ¿quién la hizo?

    ResponderEliminar
  2. si.. la verdad que si!
    Estos alumnos son unos capos! jaja!

    ResponderEliminar
  3. Somos un grupo de Chubut buscando información acerca de la violencia entre los padres y los docentes. Genial el aporte de ustedes!!
    Gracias!!

    ResponderEliminar